Pero la cosa es que el dulce te gusta, y aunque te preocupa mucho tu salud, se te hace muy triste pensar en que nunca más vas a poder comerte un polvorón o ese turrón de chocolate que tanto te gusta.  Como recurso siempre tenemos la frase a mano que tantas veces escuchamos “si de algo tenemos que morir” .

Y al final te comes el dulce, porque una vida sin dulces es una vida menos bonita.

Aunque te resulte extraño, la palabra “dulce” no está en guerra con lo sano.

Y es que existen dulces que SÍ son saludables.

Dulces con los que tu familia y tú podéis disfrutar sin sentir culpa ninguna, de que dañan tú salud.

Piénsalo un segundo, el sabor dulce no es un invento de ahora. Ya hay alimentos que son dulces por sí mismos (El plátano, los dátiles, los higos…). Por eso podemos preparar cualquier dulce sin tener que meterle azúcar, y que siga estando igual de bueno.

Y lo mismo pasa con las harinas refinadas, los almidones o los aditivos.

Pero ahora viene la pregunta del millón: ¿y esto cómo se hace?